sábado, 17 de julio de 2010

A PROPÓSITO DE LA DECLARACIÓN DE LA CASA DE CAMPO Y DEL PALACETE DE LOS VARGAS COMO BIENES DE INTERÉS CULTURAL


MADRID Y LOS VARGAS

En el siglo VIII de nuestra era cristiana, cuenta la leyenda la hazaña de D. Gracián Ramírez de Vargas, Señor de Ribas y ex alcaldie de Madrid antes de la invasión árabe, estrechamente unida a la devoción que éste profesaba a la Virgen de Atocha, a cuya ermita en las proximidades de Madrid solía acudir a rezar, y a la desaparición de la imagen, por lo cual hizo la promesa de que si la encontraba construiría un santuario en su honor. Ésta apareció en un “atochar”, de allí su nombre.

La construcción del santuario dio lugar al enfrentamiento con los moros de”Medina Mayrit, nombre que daban los árabes a Madrid, que pensaron que Ramírez de Vargas estaba construyendo una fortaleza para atacarlos. El Señor de Ribas, viéndose acosado por aquellos que lo superaban en número, para evitar que su esposa y dos hijas cayeran en manos de aquellos, las pasó por el filo de su espada cortándoles el cuello.

Aún tuvo arrestos para enfrentar a Almanzor, y en medio de extraños fenómenos atmosféricos que asustaron a sus rivales, logró vencerlos. Luego volvió a la capilla y encontró a su mujer e hijas vivas, sólo con una pequeña cicatriz en el cuello. Los Vargas, desde entonces y durante siglos, tuvieron enterramiento en la Iglesia de Santa María de Atocha, justo donde está el Panteón de Hombres Ilustres, en el que hoy se encuentran los restos de Cánovas, Sagasta, Dato, el Márqués de Duero, etc.

Inolvidable es también aquel caballero medieval, D. Iván de Vargas, que sirviendo a las órdenes del Rey Alfonso VI, tuvo el cometido de recuperar “Medina Mayrit” del dominio musulmán, para lo cual contó con la ayuda de los “gatos, vecinos que escalaron las murallas con singular destreza, atacó la ciudad e interrumpió definitivamente el control morisco sobre Madrid.

Era el año de 1083, es decir hace casi mil años, y ya para entonces los Vargas andaban librando una lucha que su linaje sostendría por varios siglos. A los descendientes de D. Iván de Vargas se les irá encontrando por toda España, en diferentes batallas cruciales para liberar a la península del dominio árabe.

En 1085 un hijo de D. Iván de Vargas, D. Pedro Ibáñez de Vargas, acompaña a Alfonso VI en la reconquista de Toledo, la ciudad Imperial, entonces el más importante aposento de la morería en Castilla, destacando en el combate por su audacia y valor,

En 1212, D. Pedro Fernández de Vargas, nieto de D. Pedro Ibáñez de Vargas, fue uno de los más reconocidos combatientes de la batalla de las Navas de Tolosa.

Sus hijos Diego y Garci Pérez de Vargas presentan idénticas credenciales. Estos nobles caballeros, destacados representantes de este linaje, participan en la lucha por recuperar Andalucía, y particularmente en Jerez (1232), Diego Pérez de Vargas se ganó el derecho de utilizar el apellido Machuca, por alusión al “admirable denuedo y rara valentía” como machucaba a los moros en Jerez.

Algo parecido ocurre 1284 en Sevilla con su hermano Garci Pérez de Vargas, a quien el Rey San Fernando, quién le había encargado como principal jefe de su Ejército la toma e la ciudad, que habiéndose apoderado del Pendón Real, dio muerte al mismísimo rey de los Gazules, por lo que su nombre aparece inscrito en mármol en la puerta de Jerez de Sevilla:

“Hércules me edificó
Julio César me cercó
de muros y torres altas
Un Rey Godo me perdió
y el Rey Santo me ganó
Con Garci Pérez de Vargas”

Su espíritu guerrero los llevaría a cruzar el Atlántico e incorporarse desde el principio a la epopeya que significó la conquista y colonización del Nuevo Mundo, donde los Vargas y los Vargas-Machuca generaron fecunda descendencia, que siente especial orgullo de sus antepasados españoles. Diego de Vargas en la Conquista de Nuevo México y el Inca Gracilazo de la Vega son dos de los descendientes del linaje que interactuaron en el Nuevo Mundo.

No sólo destacaron como hidalgos caballeros. También entre ellos encontramos destacados jurisconsultos, como Francisco de Vargas, secretario privado de los Reyes Católicos y del Emperador Carlos V, y miembro del Consejo de Castilla. Fue celebre en su tiempo por su habilidad para desmadejar asuntos particularmente intrincados, al punto de que se hizo popular un dicho que se utilizaba cuando se estaba ante un problema peliagudo: “Averigüelo Vargas”.

Su hijo Gutierre de Vargas Carvajal, fue entre muchas otras cosas, Obispo de Plascencia por largo tiempo (1524-1559), expedicionario al Estrecho de Magallanes, y promotor de la Capilla del Obispo al lado de la Casa de los Vargas de la Plaza de la Paja, donde reposaron por algún tiempo los restos de San Isidro.

Fueron cantados por Lope de Vega en su obra Los Vargas de Castilla y no era para menos, pues muchas de sus proezas y epopeyas eran dignos argumentos para libros de épica y caballería. Durante varios siglos la Casa de los Vargas ocupó lugares de extraordinaria relevancia social, acorde con su categoría.

Sin embargo, hoy es poco lo que podemos encontrar de ellos en tierras castellanas, pues parece que el disco duro de la memoria se fue borrando paulatinamente. Después de haber sido una de las casas más respetadas de este país, apenas hay vestigios de su glorioso pasado, y lo que es peor, en algunos casos se han cometido verdaderos dislates con su patrimonio, que por su carácter histórico debería ser conservado y protegido.

Así, de aquel a quien se debe lo que hoy somos los madrileños, D. Iván de Vargas, pues fue gracias a su lucha que se recuperó la ciudad para el cristianismo, con lo que ello representa, si tomamos en cuenta las distancias abismales que separan hoy día al mundo cristiano con el musulmán, sólo se le recuerda porque que fue patrón de San Isidro Labrador, habiendo desplazado la memoria del Santo a quien tanto hizo por Madrid y por los madrileños.

Algo similar ocurre con el Rey Alfonso VI, pues la figura de Rodrigo Díaz de Vivar “El Cid Campeador”, mitad leyenda y mitad realidad, de alguna manera eclipsa la figura de un monarca que fue determinante para la construcción de España.

El Rey Alfonso VI tuvo una visión geopolítica que ya la quisieran muchos de los gobernantes de hoy. Se casó cinco veces con prominentes damas de las coronas europeas y también casó a sus hijas con destacadas figuras de aquella nobleza siempre actuando en función de estado. Tuvo un único hijo varón que murió prematuramente en la batalla de Uclés

De los Vargas apenas si se conservan una calle en Badajoz, la travesía de Iván Vargas cerca de la Ermita del Santo en Madrid y el Palacete de los Vargas de la Casa de Campo, convertido en la Dirección de Deportes del Ayuntamiento de Madrid, hoy en obras para una supuesta remodelación, que dicho sea de paso se ha cargado la casa que durante siglos se utilizó como establo y donde se guardaban los aparejos.

La Casa de los Vargas, ubicada en la Plaza de la Paja, fue donada por la Casa de Alba, actuales tenedores de los títulos nobiliarios de los Vargas, para que funcione en ella un instituto de educación concertada; a la capilla del Obispo, situada en la misma plaza no se puede acceder y la Casa de Iván de Vargas en la calle del Dr. Letamendi, está siendo restaurada para ser reconvertida en biblioteca municipal.

Y de la historia épica escrita por los Vargas qué? Pues nada, todo se lo ha devorado el alzheimer social de quienes nos hemos mal acostumbrado a vivir sólo el presente. Los pueblos que olvidan su historia son como los hombres que no saben cuáles fueron sus orígenes, ni de donde vienen ni hacia dónde van.

Williams Cardenas Rubio-Vargas
15.08.09